EN LA TIERRA
Cuando el cielo y la tierra fueron creados, el ser supremo
creo con sus manos 4 seres cuya obligación era cuidar de la tierra, Ceres, la
dama del viento, Astreia la dama del fuego, Jar el guardián del agua y Arfil el
guardián de la tierra, todas los días desde que amanecía hasta el anochecer los
cuatro guardianes recorrían la tierra para asegurarse de que todo funcionará,
como era debido y la vida en la tierra floreciera, el ser supremo, los
observaba sonriente, encantado con su trabajo.
La tierra se había convertido en el sitio más hermoso del
universo, lleno de plantas, animales y seres humanos, que jamás se detenían a
ver lo que pasaba a su alrededor, que sonreían con, cualquier pretexto y eran
felices con las cosas más tontas, pero se torturaban por los más pequeños
detalles que los hacían sufrir.
El ser supremo, que había entregado parte de su poder y
libertad a los guardianes les había
prohibido una sola cosa: Desear aquello que no podían tener, pero aún los
dioses son humanos, porque están ligados y viven a través de los sentimientos y
sin darse cuenta, poco a poco empezaron a soñar...
Astreia, se había enamorado de Jar, aún que al principio,
sólo admiraba la suavidad con que sus manos daban vida, y la paz que
proporcionaba al acercarse, el poder del agua se volvía impresionante con el agua, los curiosos seres humanos
sonreían, una gota de agua bien aprovechada hacia germinar una semilla, que al
crecer salvaría la vida de esos curiosos seres humanos; Y cuando Astreia se
veía al espejo, sólo veía destrucción.
Porque a veces sólo vemos lo malo en nosotros, pero
difícilmente reconocemos lo que nos hace especiales...
Y ese deseo de crear vida y ser especial llevó a Astreia a
admirar a Jar, llegó un momento en que sus ojos seguían, sin previo aviso al
llamativo guardián que jugueteaba de un lado a otro de la tierra, rociando con
pequeñas lloviznas las cosechas, llenando las profundidades del océano o
rescatando al vagabundo dándole agua que beber.
Si, para Astreia, que sólo quemaba todo a su paso, Jar se
había convertido en deseo profundo de su corazón...
Comenzó a desear algo que tal vez nunca podría tener, El ser
supremo, que sabía que había en el corazón de los guardianes, se acercó a
Astreia que derramaba lagrimillas de fuego.
La miro sonriente y con calma le dijo -Rompiste el
juramento, haz deseado algo que no puedes tener - la dama del fuego agachó la
cabeza esperando su castigo, pero el ser supremo, sólo le dio palmaditas tiernas
en la espalda y con toda su sabiduría dijo - Aun no sabes valorarte, y has
reflejado tus deseos en alguien más, perdiendo tu valor - Tranquilamente la
tomo del brazo y la guio por la tierra - todo en exceso es malo- continuo el
ser supremo - ustedes existen para mantener el equilibrio, las plantas no
podrían crecer sin el calor que proporcionas, los animales y los humanos se
congelarían, sin tu ayuda, las flores con sus llamativos colores vivirían
tristes sin la luz. Eres especial, es sólo que aún no te das cuenta, Eres
extraordinaria como eres - término el ser supremo aun señalando las miles de
razones por las que la dama del fuego era necesaria y después se marchó.
Astreia se vio reflejada en una laguna, y fue capaz de
sonreír...
CONTINUARA.
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