domingo, 11 de mayo de 2014

EN LA TIERRA

EN LA TIERRA

Cuando el cielo y la tierra fueron creados, el ser supremo creo con sus manos 4 seres cuya obligación era cuidar de la tierra, Ceres, la dama del viento, Astreia la dama del fuego, Jar el guardián del agua y Arfil el guardián de la tierra, todas los días desde que amanecía hasta el anochecer los cuatro guardianes recorrían la tierra para asegurarse de que todo funcionará, como era debido y la vida en la tierra floreciera, el ser supremo, los observaba sonriente, encantado con su trabajo.

La tierra se había convertido en el sitio más hermoso del universo, lleno de plantas, animales y seres humanos, que jamás se detenían a ver lo que pasaba a su alrededor, que sonreían con, cualquier pretexto y eran felices con las cosas más tontas, pero se torturaban por los más pequeños detalles que los hacían sufrir.

El ser supremo, que había entregado parte de su poder y libertad a los guardianes  les había prohibido una sola cosa: Desear aquello que no podían tener, pero aún los dioses son humanos, porque están ligados y viven a través de los sentimientos y sin darse cuenta, poco a poco empezaron a soñar...

Astreia, se había enamorado de Jar, aún que al principio, sólo admiraba la suavidad con que sus manos daban vida, y la paz que proporcionaba al acercarse, el poder del agua se volvía impresionante  con el agua, los curiosos seres humanos sonreían, una gota de agua bien aprovechada hacia germinar una semilla, que al crecer salvaría la vida de esos curiosos seres humanos; Y cuando Astreia se veía al espejo, sólo veía destrucción.

Porque a veces sólo vemos lo malo en nosotros, pero difícilmente reconocemos lo que nos hace especiales...

Y ese deseo de crear vida y ser especial llevó a Astreia a admirar a Jar, llegó un momento en que sus ojos seguían, sin previo aviso al llamativo guardián que jugueteaba de un lado a otro de la tierra, rociando con pequeñas lloviznas las cosechas, llenando las profundidades del océano o rescatando al vagabundo dándole agua que beber.

Si, para Astreia, que sólo quemaba todo a su paso, Jar se había convertido en deseo profundo de su corazón...

Comenzó a desear algo que tal vez nunca podría tener, El ser supremo, que sabía que había en el corazón de los guardianes, se acercó a Astreia que derramaba lagrimillas de fuego.

La miro sonriente y con calma le dijo -Rompiste el juramento, haz deseado algo que no puedes tener - la dama del fuego agachó la cabeza esperando su castigo, pero el ser supremo, sólo le dio palmaditas tiernas en la espalda y con toda su sabiduría dijo - Aun no sabes valorarte, y has reflejado tus deseos en alguien más, perdiendo tu valor - Tranquilamente la tomo del brazo y la guio por la tierra - todo en exceso es malo- continuo el ser supremo - ustedes existen para mantener el equilibrio, las plantas no podrían crecer sin el calor que proporcionas, los animales y los humanos se congelarían, sin tu ayuda, las flores con sus llamativos colores vivirían tristes sin la luz. Eres especial, es sólo que aún no te das cuenta, Eres extraordinaria como eres - término el ser supremo aun señalando las miles de razones por las que la dama del fuego era necesaria y después se marchó.

Astreia se vio reflejada en una laguna, y fue capaz de sonreír...


CONTINUARA.

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